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Qué son los ETF y por qué pueden ser tan rentables

Los ETF (Exchange Traded Funds) son una de las opciones de inversión más atractivas en la actualidad por las posibilidades de rentabilidad que ofrecen a largo plazo. No en vano, cada vez más inversores apuestan por este tipo de fondos cotizados por las características que reúnen, entre las que la diversificación es una de ellas. Pero es que, además, la manera en que funcionan favorece el rendimiento a largo plazo, especialmente gracias al interés compuesto que generan. Así que si tienes interés en saber qué son los ETF, en este artículo te lo explicamos.

¿Qué son los ETF?

Los ETF son fondos de inversión que cotizan en bolsa, que se pueden compara y vender como si fueran acciones. Lo más característico de ellos es que estos fondos replican el valor de un determinado índice bursátil (por ejemplo, el IBEX 35, el S&P 500, etc.), una industria o un sector específico.

El fondo en cuestión compra valores de manera que consigue resultados prácticamente iguales a los del índice bursátil a lo largo del año. De esta manera, el ETF se comportará de la misma manera que lo haga el índice en cuestión; es decir, si el índice sube, el ETF lo hace en el mismo porcentaje, pero si baja, las pérdidas tendrán igual proporción.

Por otro lado, los ETF se diferencian de los fondos tradicionales en que pueden aglutinar muchos activos diferentes en un solo producto de inversión, como puede ser acciones, bonos, materias primas o divisas. En ese sentido, su valor cambia en tiempo real durante la jornada en la que la bolsa está abierta, lo cual permite tomar decisiones sobre la marcha.

Características de los ETF

Los ETF son un tipo de fondos de inversión con varias características que los hacen atractivos. Estas son las seis principales:

  • Diversificación: los ETF cuentan con una cartera muy diversificada para tratar de garantizar su objetivo de rentabilidad. Por ejemplo, uno solo puede tener acciones de todas o las principales bolsas del índice a igualar, por ejemplo, el IBEX 35.
  • Liquidez: estos fondos pueden comprarse y venderse en cualquier momento del horario de apertura del mercado. Esto es diferente de los fondos de inversión tradicionales, que solo permiten operaciones al cierre de la jornada.
  • Transparencia: al replicar un índice específico, los ETF tienen una cartera de activos clara y predecible, lo que facilita a los inversores conocer en qué están invirtiendo en todo momento.
  • Bajos costes: los ETF suelen tener comisiones de gestión más bajas que los fondos de inversión tradicionales, dado que la mayoría son gestionados de manera pasiva; es decir, no requieren una toma de decisiones activa por parte del gestor.
  • Accesibilidad: los inversores pueden acceder a los ETF de diferentes mercados, sectores o activos sin necesidad de aportar grandes cantidades de capital, permitiendo una mayor democratización del acceso a productos financieros.
  • Cobro de dividendos: estos fondos permiten a su titular cobrar los dividendos que reparten algunas empresas a final de año, tras presentar sus cuentas de resultados.

Características de los ETF.

Riesgos de los ETF

El hecho de que los ETF replique un índice determinado facilita hacer una predicción de su posible evolución, pero la bola siempre está sujeta a turbulencias. Por eso la mejor manera de invertir en un fondo de este tipo es hacerlo a largo plazo, pues históricamente la bolsa crece con los años (hasta que se producen caídas bruscas, y ahí está el mayor riesgo).

Aún así, entre los riesgos de estos fondos están los propios del mercado. Al estar vinculados a índices o activos específicos, los ETF están sujetos a las fluctuaciones del mercado. Como hemos mencionado, si el índice o los activos que sigue el ETF caen, el valor del ETF también disminuirá.

Otros riesgos están asociados a su liquidez, porque en momentos de baja demanda puede ser difícil encontrar quien los compre; o de lo que se conoce como «traking error», que es el peligro de que el ETF finalmente no siga exactamente el rendimiento del índice al que está vinculado.

Cómo contratar un ETF

Dicho todo lo anterior y una vez evaluados los riesgos, si quieres contratar uno de estos fondos lo primero será abrir una cuenta en un bróker o entidad financiera que permita el acceso a mercados bursátiles. Una vez abierta la cuenta, los pasos a seguir serían:

  • Seleccionar el ETF: para ello es necesario analizar las diferentes opciones en base a tu perfil inversor y objetivos financieros.
  • Realizar la orden de compra o venta: que puede ser a precio de mercado en el momento de la adquisición o a un precio específico, en cuyo caso habría que espera a que el ETF lo alcanzara.
  • Hacer un seguimiento de la inversión: aunque se trate de un producto a largo plazo, es importante observar su evolución con el paso del tiempo y estar atentos a los cambios del mercado que puedan afectar su valor.

Fiscalidad de los ETF

Los ETF están sujetos a impuestos en función de las ganancias que generan. En España, las ganancias obtenidas de la venta de participaciones en ETF tributan en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), en la base imponible del ahorro, con tipos que varían entre el 19 y el 28 por ciento. Además, las pérdidas pueden compensarse con otras ganancias patrimoniales o rendimientos del capital mobiliario, dentro de ciertos límites.

Conclusión

Los ETF se han consolidado como una opción versátil y accesible para inversores de todo tipo. Ofrecen la posibilidad de diversificar la cartera, acceder a múltiples mercados y activos, todo ello con comisiones reducidas y flexibilidad en la compra y venta. Sin embargo, es fundamental entender los riesgos asociados a este producto, así como las implicaciones fiscales, para poder tomar decisiones informadas. Si alguna vez te preguntaste qué son los ETF, ahora sabes que se trata de una herramienta potente, pero que requiere de conocimiento y análisis para sacar el máximo provecho de sus ventajas.

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